Cuenta la historia de un funcionario que tenía aspiraciones políticas, jefe, diputado, alcalde, gobernador y esas cosas. Fue jefe político en su gremio en su estado. Pero como todos tenemos un jefe arriba, como decía Bob Dylan, le encomendaron ir a Caracas para ser viceministro. Tenía que ver el panorama para ser ministro. Y así fue que se encaramó en algunos y lo consiguió. Lo primero que hizo fue cambiar su despacho, cosa dura en tiempos de crisis. Lo llamaban "El Palacio Blanco". Todo era nuevo y reluciente y cuentan que hasta mesa de billar y gimnasio tenía. Cosa bizarra en tiempos de crisis.
Luego se montó en hacer los negocios con las constructoras. Y todo lo demás no es que quedó en segundo plano, sino que, sencillamente, no existía.
Ya el funcionario no es ministro y cuentan las buenas y las malas lenguas que a varios de los suyos los vieron salir esposados hace poco.
Ojalá y el nuevo ministro eche los cuentos de lo que consiguió en el palacio blanco.
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