miércoles, 29 de abril de 2020

¿Cómo sigue la cuarentena? Falta poco para que termine abril

Tenía tiempo sin escribir. Tengo muchas distracciones, podría decirse. En este encierro, con el ciclo biológico cambiado y luchando en restituirlo, se hacen pocas actividades productivas. Y sin posibilidad de hacerlas. Al menos las que producen dividendos. Esta es una encerrona de supervivencia.
Estamos ya en el segundo mes y seguimos viendo cómo va. He leído mucho, eso sí. De todo un poco. De Coronavirus también. Terminé el curso de formación en automanejo de la diabetes, de la OPS. Muy bueno. Es verdaderamente un cambio de paradigma: enseñar a los pacientes a que se autocuiden y que acudan sólo cuando tengan situaciones agudas, que alteren la enfermedad. Muy radical este curso. 
Ahora comencé uno sobre Salud Colectiva, dictado por el Instituto de Altos Estudios de Salud Arnoldo Gabaldón (IAES). Ya vamos por el tercer módulo. Es completamente a diatancia. Hay que leer mucho. Muchas separatas, ver algunos vídeos y hacer las evaluaciones. Este curso es otro cambio de paradigmas. Toda una crítica a la salud pública, a la epidemiología tradicional, ya que, no sólo se toman en cuenta los determinantes sociales sino también el modelo económico, el modelo de producción y el modelo de consumo. Ir más allá de los determinantes sociales. No es sólo decir que la pobreza causa tuberculosis. Es preguntar qué causa la pobreza. E ir más allá. 
El curso también habla del efecto ecológico del modo capitalista sobre el planeta. Muy duro enterarse de muchas cosas. 
Precisamente, en esa catarranga de libros electrónicos que están regalando las diferentes editoras (Ya he comentado que tengo años leyendo sólo libros electrónicos, muy pocos de papel) termine hoy un libro que se llama 2065 de José Miguel Gallardo, que habla de los efectos del cambio climático para ese año: 2065. Muy bueno. Es una novela, no un documental o un ensayo, pero quién la escribe es un experto ambientalista. 
La semana pasada leí Canaima de Rómulo Gallegos y él también plantea esas dos cosas: el problema ecológico del modelo extractivista y su impacto en la salud de los trabajadores, tanto por efecto corporal por las condiciones laborales sino por la explotación económica de los mismos. Y a pesar de que es una novela de las década de los 30 en muchas partes del mundo este modelo no ha cambiado: está peor. 
En otro orden de ideas, estoy saliendo a medio comprar en un supermercado que se llama La Grande. No es diferente a los demás. La comida sigue estando cara. Pero empezó siendo un sitio popular para comprar, tenían de todo en un solo sitio y algunas cosas son de calidad. Pero la novedad es que sus precios están sólo marcados en dólares. O sea, la cosa liberal y descarada es a plena luz del día. Lo menciono porque este súper lo patrocinó el gobernador. Le envié un twit mencionándoselo: los precios están en dólares en un momento en que el salario está más maltratado y no es, precisamente, en divisas. Muy alejado del discurso. Tal vez porque el establecimiento está situado en un área de clase media y no en un barrio popular. ¿No se han dado cuenta que ya la clase media no existe? 
Esperemos que la cuarentena pase pronto y bien. Amén.  

sábado, 11 de abril de 2020