domingo, 24 de diciembre de 2017

Salud empeñada, vida empeñada, en shock

Es difícil escribir algo en estos tiempos. Especialmente algo positivo, algo bueno, que inste a crear esperanza. Sé que hay muchos connacionales que piden eso, esperanza, motivación, esas ansias de que las cosas van a cambiar. Pero hay tristeza, vacío de algo, angustia, eso lo percibe uno en la gente. No hay persona con quien me tope que diga algo positivo. Venezuela, que antes fuera el país más alegre del mundo, pasó a ser el más triste. Como he dicho antes, la alegría tiene que ver con el estado económico de la persona, definitivamente. 
La hiperinflación ha arreciado. Con ello avanzó más el shock, el caos, la desesperanza. Por supuesto, si en tu día a día hay que resolver una serie de tareas, problemas o situaciones, ante este panorama la gente se queda imposibilitado para eso. La más mínima cosa se transforma en un suplicio. 
Es la doctrina del shock de Milton Friedman en su plena expresión, sin más. Se supone que somos ahora ese animal en experimentación en psicología social, en economía política o en política económica. Están midiendo nuestras reacciones, en las redes sociales, en los noticieros, en las aplicaciones de mensajería lanzan cadenas como ganchos. 
Ya uno puede leer en las redes esos mensajes de angustia, de rabia, de impotencia. La gente ve y palpa que nada funciona. Pocos hacen algo. De 10 noticias, 8 o 9 son malas. Cosas así. Cada paciente que entra describe su angustia. 
Ya llegando la Navidad, hemos de recordar que José y María, llegaron a Belén, sin nada, los acogieron en el establo porque no había hospedaje. Navidad es tiempo de ofrecer lo poco que tenemos. Aunque sea esperanza. No tenemos nada material, pero damos esperanza. La esperanza de que nuestros gobernantes tomarán decisiones importantes muy pronto para que su pueblo sufra menos. 

lunes, 4 de diciembre de 2017

Las diálisis en Maracaibo

Es una realidad que con esta crisis económica lo rutinario, lo "normal" se vuelva una catástrofe o una tragedia diariamente. Siempre he dicho que los bloqueos económicos se hicieron para que un país haga de su vida un infierno con el propósito de que haya un cambio político que nunca se da. Seguramente debe rendir beneficios de alguna manera. Si no no existieran los bloqueos económicos. Pero si la finalidad es cambiar un gobierno antes probablemente se daban, ahora no. 
Y la medicina y la salud no se escapa de ello. El grado de dependencia tecnológica que tenemos arropa la medicina también. Los equipos de hemodiálisis y sus insumos son de ciertas marcas. Muy pocas. En eso hay todo un monopolio. Actualmente en la ciudad hay pocos centros privados y públicos con capacidad para dar hemodiálisis agudas y crónicas. La dependencia de insumos es tremenda. Algunas unidades públicas tras enseñe que hacer malabares para ordenar los cupos y poderles dar cobertura a todos. Los privados sólo refieren no tener disponibilidad y en los casos agudos dan capacidad para compensar y egresar a continuar ambulatoriamente. 
Los costos son estratosféricos. Nadie podría pagar una sola hemodiálisis. Nadie de clase media. 
Mientras siga este descalabro debemos insistir en la medicina preventiva. Insistir en la educación, en la práctica de mejores hábitos de vida. Insistir con nuestros hijos, con nuestros estudiantes de medicina, con nuestros pacientes. Una buena educación en la salud es lo mejor que podemos ofrecer a la gente en esta crisis. No se puede bajar la guardia. Es más barato agua y jabón para las manos que comprar un antibiótico, es más barato bajar el tenor de sal en los alimentos que comprar y depender de un antihipertensivo. Yo así muchas cosas más. 
¿Qué podemos hacer para bajar las necesidades de diálisis? Trabajar para que los hipertensos y los diabéticos estén controlados. Tomar mucho líquido para combatir las litiasis. Los más difíciles son los casos hereditarios. Pero esos son un porcentaje muy pequeño. 

Pasajeros: película

Pasajeros, una película del 2016, la vi en la TV por cable. Recientemente conseguí un descodificador digital de Intercable que viene con el paquete de canales de películas. Mientras, estoy quemando la fiebre. 
Esta película que estuvo de moda en la Navidad pasada siempre la quise ver. Parecía una propuesta interesante eso de que la gente que hace viajes interestelares se despertara de la hibernación muchas décadas antes de que ocurriera. Soy fanático de la ciencia ficción. 
Por supuesto, la película plantea que esa nave que va en viaje a una nueva tierra ya descubierta y que va a continuar siendo colonizada, lleva gente, unas 5 mil personas más la tripulación. Todos dormidos y la nave en piloto automático. Sólo 4 actores hacen la trama, el chico, la chica, el robot y el capitán. 
Lo más interesante es esa máquina de medicina que hace los diagnósticos y tratamiento, la cápsula computarizada que ya otras películas habían utilizado: Elysium y Prometeo. Esta hace un escaneo rápido del cuerpo del enfermo y escoge el tratamiento. Pero el mismo debe ser aplicado por el médico con las debidas autorizaciones informáticas y jerárquicas. El capitán sí tiene delegación para ponerla a andar. 
Nuestros sistemas informáticos médicos actuales tienen delegaciones similares. Los de historia médica tienen  autorizaciones para edición o para lectura. Los administrativos para leer, modificar o crear. Otras para aprobar con diferentes niveles según los montos comprometidos. 
La historia, en fin, es toda una metáfora. A veces estamos en la vida en piloto automático. Esos accidentes que nos ocurren nos sacan de él. Debemos tener la sabiduría para saber que está ocurriendo algo para lo que fuimos elegidos y actuar en consecuencia. Serían esos pequeños o grandes problemas que vamos resolviendo en el día de la familia o en nuestros trabajos. Nuestras acciones, aunque las veamos pequeñas, le cambian la vida a las personas. 
La recomiendo, hay que verla. 

sábado, 2 de diciembre de 2017

El terminal de Maracaibo

Tengo 2 hermanos diabéticos. Están pasándola difícil para conseguir sus medicinas, especialmente la insulina. Ni se diga la metformina, una cosa que era de las más baratas que había. Y si hay hipertensión y la dislipidemia y la protección renal, ni se diga. Un diabético promedio debe tomar unas 3 a 4 drogas. Pueden ser menos, si es disciplinado, hace dieta y ejercicio. Buena parte de la tarea del médico de atención primaria es esa. 
En fin. Mi hermana le consiguió una de esas medicinas pedidas a uno de mis hermanos y se las envió desde Falcón hasta acá a Maracaibo. Fui a buscarlas al Terminal. Tenía tiempo que no entraba. Hasta adentro adonde están los carros, los buses y las busetas. Buena parte de mi vida transcurría allí, viajando a Bachaquero, Lagunillas, Maracaibo de Cabimas, casa, facultad, trabajo, novia, toques, etc. 
Está lleno de gente, viajando a todos lados, como buen sábado. Los micros de Valera, de Barquisimeto, Paraguaipoa, Maicao, Punto Fijo. Los buses de Caracas. Los puestos de comida, de chucherías, de menudencias, buhoneros por todos lados, mendigos, el bullicio, los gritos de los pregoneros que indican que van saliendo o gritando las diferentes rutas. 
El paquete llegó una hora después de la espera. Retorné por los Haticos que está cada día más destrozada. La carretera maldita de Maracaibo. Nunca la he visto buena. Es todo un reto de ingeniería esa avenida. Íbamos a casa de mi suegra a alegrarle un poco la Navidad. 
Que mañana sea un día mejor. Seguimos en la batalla.