domingo, 20 de julio de 2008

Visitando a La Chinita

El domingo pasado fui a visitar el templo de Nuestra Señora de Chiquinquirá. Tenía como dos años sin verla y me agradó sentir esa sensación de paz que transmite cualquier templo del mundo, más si éste tiene raíces regionales con uno. Ha sido varias veces restaurado, aunque actualmente tiene algunos fallos en la decoración interior. Me senté a escuchar la misa con mis hijos y ver las figuras y las pinturas. Todo iba muy bien hasta que el venerable sacerdote comenzó a hablar de política, refiriéndose a la inseguridad que hay en la región, incriminando directamente al gobierno nacional (no al regional) en ello. Habló mal de Cuba y de lo que se vive en Nicaragua, rememorando la época de los sandinistas, “esos sanguinarios”. Habló muy bien y los colocó como ejemplos lo que se hace en Colombia en cuanto a perseguir y ajusticiar a los guerrilleros, sin hacer mención de los paramilitares y los bellos querubines del ejército. 
Sentí que el venerable sacerdote estaba completamente parcializado, eso que tanto se dice en los medios de comunicación oficiales. No es mentira. Sacerdotes al servicio de la derecha, del capitalismo. Lo escuché. Acá en Maracaibo es conocido que varios curas son amigos del gobernador. Las mejoras hipertróficas que se hicieron frente a la Basílica, en lo que antes era el Paseo Ciencias, son parte de esto. Yo puedo decir que en Colombia no se vive una verdadera democracia como la que se vive aquí, una verdadera libertad como la que se vive aquí. He estado en Bogotá, en Uribia y en Cartagena. En Bogotá vi cuando a un joven afrodescendiente se le negaba la entrada a una tasca en compañía de sus amigos. En el resto del país puedes ver claramente que los blancos son aventajada mayoría en la política y que los indígenas y negros son parte del servicio. ¿Quiénes tienen las joyerías? ¿Quiénes son los que manejan las carretas? Colombia es un país maravilloso, pleno de bellezas, gente hermosa y amable, profundamente amable y con bellas maneras, pero todavía falta que las mayorías participen de las decisiones. Todavía acá no se puede decir que sea completa, pero mucho hemos avanzado en esta última década.

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