domingo, 18 de mayo de 2014

La política en los servicios de salud

La palabra política aún, a estas fechas, produce escozor en muchas personas. Todos somos seres políticos. Debemos tomar decisiones que nos afectan a nosotros y a nuestro entorno. Y la política, como toda ciencia, debe hacerse bien. Ya está claro que hay gente que hace mala política o politiquería. 
Pero política no sólo involucra partidismo, elecciones, candidatos y otros menesteres. Involucra decisiones para que la gente de un ecosistema laboral lo haga excelentemente. En salud hay que hacer política. 
En estos tiempos en que ya el pueblo o poder popular es el protagonista se debe hacer políticas de salud de la mano de la gente. Nunca a espaldas de ella. Dirigir un centro de salud, desde muy pequeño al más grande, significa nunca tomar decisiones a espaldas de la gente. Tomando esto como premisa, hacer buena política en los servicios de salud es: 

1) Involucrar a los consejos comunales y a los trabajadores en las decisiones del hospital. Esto no sólo es la población que es área de influencia del mismo sino también a sus trabajadores, desde obreros hasta médicos. Y eso se logra manteniendo los canales de comunicación siempre abiertos a todo: a quejas, a sugerencias, a información, al cuidado del patrimonio, a la información. Es cuestión del pasado que los directores de los hospitales estaban en el Olimpo, lejos de los mortales. Los directores son gente del común, médicos, servidores públicos. Su directiva también lo son y debe conocer su entorno, no estar aislados de eso. Porque el fin común es la salud de la gente. Todos debemos trabajar por ese fin, pero siempre cumpliendo las normas, leyes y lo que la moral priva. 
2) El pago de salarios, reivindicaciones, pagos a proveedores, pago de responsabilidad social, fideicomisos, bonificaciones, no debe ser un tema oscuro sino de información del personal y de la gente. Las finanzas del hospital debe ser tema conocido. 
3) Los sindicatos deben también trabajar en favor del trabajador ... Y del paciente. Si un trabajador incumple en su función en pro del paciente, el sindicato no debe prestarse para protegerlo. 
4) Invertir en el funcionamiento del hospital o centro de salud y no sólo en su fachada es una buena política. 
5) Hacer que el hospital tenga mayor poder de respuesta y trabajar el tema de las referencias a otras instancias. Si tengo que estar refiriendo por cosas que debo resolver no estoy haciendo bien las cosas. Y hay que asumirlas y esforzarse al máximo por resolverlas. Si hay fallas puntuales, estructurales, se hacen alianzas con otras instituciones, temporales, hasta que el problema se solucione. Y entender que la reciprocidad es importante. Referir un paciente a otro hospital no es desprenderse de él. Significa "ayúdame en este momento y me lo devuelves". 
6) Entender que el proceso de sanación nunca va independiente de la prevención. Es vital articularse con los otros niveles de atención. Si un paciente egresa, es necesario saber adónde va y si las causas que lo llevaron a enfermarse no se van a volver a presentar. El hospital fortalece, mediante diversos mecanismos, al nivel de atención primaria. Bien sea, con información, con educación, al paciente, al grupo familiar y a la comunidad. El proceso de sanación también va de la mano de la ética. Hay que trabajarlo siempre en el personal. 
7) Hacer política en salud significa que todos y todas tienen la misma oportunidad de acceder a la curación, a las tecnologías de diagnóstico y de tratamiento, sin importar el costo. Los directores saben que no existen cuotas. Todo aquel que llega al hospital es atendido. Es demasiado triste cuando, desde la puerta, te dicen que está colapsado, sin siquiera echar un vistazo y hacer alguna labor. 
8) Hacer que la gente prefiera un hospital significa que está haciendo bien las cosas. Pero que todos prefieran un hospital también significa que los otros no están haciendo bien su trabajo. Eso hay que revisarlo. 
9) Buena política es trabajar de la mano de la información epidemiológica. No puedo comprar insumos y medicamentos en mayor cantidad para enfermedades menos frecuentes. Si no conozco mi casuística no puedo saber mis prioridades. ¿Tengo fortalezas? ¿Saben los demás hospitales mis fortalezas? ¿Sabe la gente, mi población, mis fortalezas? ¿Estoy resolviendo adecuadamente los problemas de salud de la gente? 
10) Hacer buena política es conocer cómo ve mi población mi hospital. Si es un sitio para sanar o para sufrir. Si la gente que está a mi cargo atiende a la gente como a su familia. 

Son reflexiones traídas a la mente. Escritas para que no se me olviden y compartirlas con la gente. Si la atención de pacientes sigue siendo un suplicio, no por que falte algo, medicina o material, sino por la falta de empatía, de entender el dolor ajeno, no estamos haciendo bien las cosas. 

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