jueves, 11 de abril de 2019

La brega del día a día

A veces olvido escribir y recuerdo que es una de las formas de dejar testimonio de lo que está pasando en mi vida, tal como la percibo. Sentarse a escribir a veces es tedioso, pero hay que hacer el hábito.
Estos días con estos problemas eléctricos, de ausencias y enlentecimiento de la vida y la productividad, ha hecho que los hábitos cambien, que se modifique el estatus de comodidad y las rutinas. Hay algunas cosas malas, el calor, por ser Maracaibo como es, pero han habido otras cosas buenas, definitivamente.
Me trae recuerdos de mi infancia y mi juventud en Cabimas porque, en esa época no teníamos aire acondicionado. Yo le crié sin esa vetusto aparato que ha hecho que las ciudades sean ahora más calientes. Me gusta el aire frío (o fresco), pero sé que hacen un daño climático grande. Nos aparta también de nuestra tropicalidad. Nosotros somos caribeños, cálidos, de ropas ligeras, de ambientes frescos y abiertos. Pero nos acostumbramos a cuatro paredes cerradas y el aire encendido permanentemente. Un ambiente frío, en el que los miembros de la familia se va cada uno a su cuarto.
Ahora hay que abrir las ventanas, abrir las puertas de los cuartos, bajar al patio o salir al frente. Ver al vecino, conversar. Veo con emoción que ahora los niños del edificio bajan a jugar y forman unos berrinches de grito que dan alegría.
Cada experiencia que estamos viviendo actualmente en el país, que parece traumática porque nos saca de la zona de tranquilidad, esa tranquilidad que hemos adquirido recientemente, una comodidad artificial, debemos sacar aprendizaje de ella. Es sufrida, si. Nos trastoca. Pero debemos aprender de ella. Debemos ser más sabios. No olvidar para no cometer los mismos errores, sean cuales sean. Debe hacer que seamos más humanos, más gente.

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