domingo, 25 de octubre de 2009

El flagelo del alcohol

Una cosa es tomar una cerveza o una copa de vino como acompañante de la comida. Otra es embriagarse hasta perder el sentido, ponerse necio, ocasionar accidentes de tránsito, agredir física y verbalmente a familiares y seres queridos, causar ausentismo social y laboral, violentar las normas, además de agredir físicamente. El alcohol sigue siendo una droga permitida tan o más malevola que la marihuana. Lamentablemente, sus efectos no se reflejan estadísticamente en los registros sanitarios. Podemos registrar una enfermedad cerebrovascular de tipo hemorragica, pero no registrados que el paciente tenía un antecedente de alcoholismo importante. Podemos registrar un accidente de tránsito y lucirnos describiendo la infinidad de lesiones, fracturas, etc., pero no registrados que el gran causante fue el alcohol. Posiblemente, pudiéramos escribir cuando el paciente tiene una cirrosis alcohólica de Laennec, pero no le ponemos el apellido en ocasiones porque es un diagnóstico anatomopatologico.
Vemos el alcohol como parte del comportamiento y de la idiosincrasia. El rascaito del pueblo, la rasca de anoche, no concebimos una reunión o fiesta sin alcohol. ¿Cual sería nuestra contribución a esto? ¿Queremos ver a nuestros hijos e hijas sumergidos en esto?

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