jueves, 3 de junio de 2010

La avalancha de estímulos y la memoria

Un motivo de consulta frecuente para cualquier médica o médico es la llamada "falta de memoria". Doctor, "se me olvida todo", "es que no recuerdo ni dónde puse la llave". Y es que estamos avalados constantemente por un flujo de estímulos visuales, auditivos, de toda índole que nos inundan. Luego, nuestro cerebro trata de procesar todo. Supongo que ahora mucho más que antes. Tenemos periódicos, TV, radio, internet, llamadas por el móvil, mensajes por el móvil, correo electrónico, en fin. Nuestro cerebro debe procesar todo eso y darle relevancia a cada una de las cosas, ordenarlas, colocarle una etiqueta, y, de acuerdo al uso que le demos a esa información, ponerla en un sitio visible. Ahí es cuando decimos cosas como: "recuerdo haber escuchado eso", "creo que empieza por J", "lo tengo en la punta de la lengua", entre otras frases célebres.
Recuerdo un profesor de cirugía que siempre decía: "el conocimiento es en base a repetición". Es decir, las cosas permanecen en la memoria en la medida que el estímulo, repetidamente, llega a nosotros. Recordamos nombres farmacológicos, arterias, nervios, estadísticas, citas, fórmulas, en la medida que las vamos repitiendo en nuestra actividad diaria.
A eso me remito a los pacientes cuando me pidan que les prescriba algo para la memoria. Hacer ejercicios de memorización repitiendo varias veces el nombre de la medicina, fijando rutinas para colocar las llaves y otros objetos, detenerse en la lectura el tiempo que sea necesario hasta entenderla, simplificar los quehaceres diarios, entre muchas otras.
El cerebro es una máquina prodigiosa que hay que saber emplear. Es más que una computadora porque, además de procesar, puede colocarle sentimientos y emociones a nuestras vivencias para recordarlas mejor.
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