sábado, 3 de diciembre de 2011

Dónde está el SIDA

El virus de la inmunodeficiencia humana (HIV o VIH), el mismo que causa el SIDA, ese mal, invisible para algunos y tormento para otros, es una gran plaga que diezma humanos día a día en el planeta. Pero, para mucha gente es algo sí como un "ente", esos de que vuelan vuelan. Antes era el mal de los gays y el mal espíritu de las trasnfusiones. Hoy ya no es así. Puede estar a nuestro lado, en el vecino o en la misma casa, en el compañero de trabajo o en el que está al lado en el autobús. La idea no es para ponernos paranoicos, sino para tener conciencia de que "no me caerá a mi" no es posible. A veces no somos nosotros sino nuestra familia.
¿Pero qué podemos hacer para sembrar conciencia y entendimiento en el SIDA?. Comencemos con nuestra pareja. La fidelidad no está sobreestimada. Por ahí comienza todo. No es tan grave que nos caiga sino llevárselo a la otra persona. En el día a día vemos mujeres contagiadas solas, bregando solas en la vida. Si tu pareja no te da todo lo que necesitas, háblalo seriamente con ella. Si lo tienes todo con esa persona, para qué buscar "algo más" en la calle, por ejemplo, un virus. No quiero pecar de santurrón ni ingenuo, pero es mejor casarse enamorado y el amor significa fidelidad.
¿En nuestros hijos? Hablar con ellos. Insistir en la abstinencia o retrasar las relaciones. Hacer acompañamiento en la vida. A veces no es "meter la pata", no es el embarazo, es enfermarse. El cuido de los padres a nuestros hijos nunca pasará de moda, ni es arcaico ni es ridículo. Tener relaciones antes del matrimonio o en la adolescencia no es "normal", cuando aún no hay madurez emocional ni sentido de la responsabilidad. Sé que es difícil frenar las hormonas y el ímpetu en los adolescentes, pero hay que hacer el máximo esfuerzo e incentivarlos a que hay otras cosas que valen la pena o dan nota. Divertirse sin vigilancia no es opción.
Si ya cumplen la mayoría de edad y se independizan, que esa semilla de precaución y respeto haya germinado. Porque, no sólo es tener relaciones, sino el respeto a la otra persona y el cuidado mutuo. No podemos enseñarle a nuestros hijos varones que eso los hace más hombres ni a nuestras hijas a que va a ser una saturrona sino a tener dignidad, honor y que es dueña de su cuerpo y sus emociones. Si ya son conscientes de sus instintos, hay que insistir en el uso de los métodos de barrera, como el preservativo. Y esa misma medida incetivarla en nuestros hermanos, familiares y amigos. Pero ser ejemplo en fidelidad con nuestra pareja, predicar con el ejemplo, es motivo para que le ganemos una batalla.
Otra manera es inculcando el respeto con el enfermo, que no es ningún leproso ni que va a dejar de ser menos gente por eso.
El SIDA está ahí y nuestro granito de arena, como vecinos, como padres, es vital en conseguir la meta de cero casos para el 2015.

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