
Uno puede ver parejas de ancianos que son verdaderos orgullo de su familia, pasando por algunos más solos que un ermitaño, encamados que son una carga, donde nadie puede darle una mano, y otros que reciben los amores más pródigos que pudieran recibir.
Debemos entender que todos vamos a llegar a esa etapa. Ojalá fuera con salud aceptable, entrada económica y sin ánimos de ser peso para nadie. Nuestros viejos no son escobas que se desechan sin más.
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