miércoles, 19 de marzo de 2014

Guarimba en un hospital

Guarimba se ha convertido en una palabra detestable para el 83% de la población según Hinterlaces. Así debe ser porque su mecanismo significa bloquear el camino de paso, con lo que sea, literalmente hablando. Por eso, la primera respuesta fisiológica a este hecho es la repulsión y la rabia (por no decir la que estoy pensando). Trancar los caminos, calles, aceras, carreteras, es para generar eso: caos, rabia, impotencia, ganas de golpear a alguien, insultos. Es una forma muy caníbal de protestar, antropológicamente hablando, muy bacteriana, comparando evolutivamente la inteligencia que la creó. O sea, jodiéndole la vida a otro y a otros. 
Y ese fue el efecto conseguido: vecinos enemistados, destrucción, ecocidio, peleas, muertes, heridos, enfermos, transporte que no pudo llegar con alimentos, medicinas, insumos, ambulancias, enfermos en carros particulares, por puesto, taxis. Pare usted de contar. Fueron muchos y todos detestables. 
Lo más burdo ocurrió hace poco en el Hospital Universitario de Maracaibo. Reiteradamente algunos manifestantes (o como les decían por acá "mardifestantes", no sé porqué lo dirán) acudían al hospital a hacer valer su derecho a la protesta. Si bien con panfletos, también bloqueaban los accesos a la institución, retenían camiones de carga, los quemaban, formaban grupos con pancartas y gritaban consignas. 
El derecho a la protesta es válido y está contemplado en la Constitución. Una protesta debe ser inteligente y buscar un fin en el grupo de personas deseados que puede tomar decisiones. Pero esta gente, compuesta por estudiantes de medicina (que están sin clases), profesores de medicina (que están cobrando sin dar clases), médicos (que deberían estar trabajando y están cobrando también porque no están desempleados) e "infiltrados" (porque así se referió a ellos el director de postgrado), se aglomeraron en la entrada del hospital para protestar. Otros en las afueras haciendo las acciones que ya señalamos, reteniendo unidades de transporte para bloquear los accesos al hospital. 
Total, toda una santa acción de amor por los pacientes. 
Imagínense a un paciente pobre, indígena, campesino que venga de Mara o Machiques con una dolencia, se encuentra a estas personas, que se ven en mucho mejor condiciones que él o ella, que viene a buscar alivio, que viene a traer a su hijo, madre, hermana, posiblemente referido en una ambulancia de estas zonas, o se vino en el autobús o el carrito o la chirrinchera. "Si estos se quejan, que se ven así, papeaítos, bien vestidos, con celulares de última generación (pudiéramos hasta agregar algunas características socio-antropológicas), me vienen a decir a mi que las cosas están mal. ¿Mal para quién?"
Será que los pobres están aislados de la realidad y hay que enseñárselas nosotros los médicos de la gran clase media, integrantes de el gran modelo biomédico hegemónico a estos pobrecitos ignorantes que no saben lo que es vivir bien. 
Esta pobre gente no saben que están viviendo una dictadura terrible castro-comunista que los hace ser inferiores, a los cuales no queremos ver en los supermercados ni en los McDonalds. 
En fin, nuestros pacientes, que ya tienen la dolencia de la enfermedad, tienen que calarse que una persona así le diga su posición política (y social) verticalmente casi que al pie de la cama. ¿Tiene esto algún grado de cordura o raciocinio? 
La protesta en ningún país del mundo se permite en los hospitales. Los hospitales son áreas de paz, de amor, neutrales para la confrontación y las protestas generan confrontación. 
Ahora, toda "forma" tiene un "fondo". ¿Qué hay detrás de todo esto? Harina de otro costal. Digno de un análisis cuyo trasfondo, igualmente, es político, eminentemente, pero vacío en la propuesta porque es capitalismo disfrazado. 

Fotos: prestadas del portal Twitter de SAHUM. 

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