viernes, 12 de mayo de 2017

La industria farmacéutica, una industria terrorífica

Hace poco estuve leyendo los comentarios de un conocido que fue visitador médico de una famoso laboratorio y que había perdido su trabajo cuando éste decidió irse del país y él le echa la culpa al gobierno. Él le dedicó años importantes de su vida y la empresa lo desechó. Así son las empresa as capitalistas que, cuando se ve "amenazada" su estabilidad de ganancia y su libertad de mercado, liquidan a su personal y se van. Es una historia muy repetida. 
La industria farmacéutica es una de las más competitivas y lucrativas del planeta, junto con la energética o la industria de la guerra. Desplazó a las antiguas farmacias y boticas con sus fórmulas magistrales y la tecnificó para masificarla. Las farmacias tradicionales simplemente se transformaron en ventas de medicinas y ya no preparan, con algunas excepciones. La doctora Marcia Angell, exeditora del NEJM la desenmascaró en su libro La verdad acerca de la industria farmacéutica, todas las artimañas que usa para posicionar un fármaco, desde cambiar la molécula (los "me-too") y extender la patente, el gasto en publicidad (donde entran los visitadores, los congresos médicos), el financiamiento de estudios sesgados, incluso con apoyo de expertos en medicina basa en evidencia o aplicando sus métodos, la fusión con otras compañías competidoras, la compra de fabricantes menores, la inversión en enfermedades lucrativas, la modificación de criterios y rangos de inclusión de enfermedades para incluir nuevos potenciales consumidores de fármacos, la creación de nuevas enfermedades y de medicalizar aspectos de la vida como el embarazo, la menopausia, la infancia o la adolescencia. Les crean también propiedades milagrosas (pleiotrópicas) y así una medicina indicada para algo tiene otros usos no autorizados, pero empleados. 
Como toda industria capitalista sobrevive y se ancla con los consumidores, ya que crea adeptos a sus fármacos. La evidencia está dada por estudios condicionados y ocultando sus efectos colaterales. Muchos no son superiores al placebo. Podemos ver, por ejemplo (como acabo de ver en la llamada protesta de los abuelos) como han posicionado fármacos inseguros como primeras elecciones para algunas patologías. Pero como el adoctrinamiento es tan elevado, la gente siente que estos cuasi-placebos se conviertan en verdaderas panaceas. 
La industria, en las grandes enfermedades epidémicas, han aportado muy poco nuevo desde hace más de 50 años. Todo ha sido modificaciones de moléculas con supuestas mejorías. 
Y como industria capitalista que es tiene mucho poder. Puede cambiar gobiernos, ministros de salud, ya que afecta un tema tan sensible como es la salud. "Sin medicinas me muero". Siempre me acuerdo de un paciente anciano que tuve que me refería, cuando su hija perdió el beneficio de salud de la empresa en la que trabajaba, que ahora sí se iba a morir. Mi sorpresa fue verlo años después y contarme que sólo comenzó a cambiar su estilo de vida, comenzó a alimentarse adecuadamente, a caminar y a ser menos amargado. Y así, pacientes similares desde hace tiempo. 
Los fármacos ya no son para situaciones de salud temporales, ahora son de uso crónico, como una condena a cadena perpetua. Preferimos seguir consumiéndolos a abandonar nuestro malos hábitos. Y muchos colegas, en su momento (y aún) queremos darle una medicina a los pacientes para todo: para el llanto, para las frustraciones, para la tristeza, para cualquier dolor, aunque la causa sea un problema familiar o una somatización. Recetamos sin ponernos a escuchar la verdad verdadera del paciente. 
A veces tenemos que cambiar esa medicina que tan bien le cae al paciente o le mantiene su tensión normal por una nueva droga prometedora, más costosa, pero que es la última maravilla de la industria, olvidándonos de todos los preceptos de la ética. No reconocemos que fuimos condicionados por la industria para recetarlo. El médico que recetara medicinas más caras es el más famoso, el que está más "actualizado". 
Estas situaciones de condicionar la prescripción también han sido muy criticadas a nivel mundial y muchos piden que la industria publique su inversión en "apoyo" a los médicos y ver cómo esta inversión afecta la prescripción. 
Y lo más perverso de todo es que también la industria se ha convertido en arma política. Los grandes laboratorios han negado la venta de sus fármacos a nuestro país en el marco del bloqueo económico que existe actualmente, donde se suman proveedores de insumos médicos como marcapasos (Medtronic), material de Hemodinamia, catéteres, receptáculos de drenajes corporales y una gran cantidad de rubros que deben ser comprados a terceros, con el respectivo encarecimiento del mismo, porque "Para Venezuela nada". Negar esta realidad es estar ciego. 
La OMS, responsable de la salud a nivel mundial y consejero de los países, publica anualmente la llamada Lista de medicamentos esenciales, donde los médicos debemos conocer cuáles son los fármacos con comprobada efectividad, con indicaciones precisas y con mejor relación costo/beneficio. Recomienda la prescripción por principio activo y no por marca. Recomienda también la prescripción razonada según verdadero criterio y no condicionada. Y actualmente los congresos, especialmente de mi rama, medicina interna, dan valor y peso al estilo de vida, la dieta, el ejercicio, como determinantes para adquirir salud. Cosa que hemos olvidado y no le damos importancia. Preferimos prescribir antes que sucumbir a la tentación. 
Esta crisis de medicamentos que estamos viviendo se ha llevado por delante enfermos, pero también nos ha enseñado esa dependencia en la que nos sumergimos. Veo con alegría que muchos pacientes de la tercera edad ahora caminan, ahora se cuidan con la alimentación, ahora consumen menos fármacos, ahora realizan actividades sociales y se deprimen menos, ahora se han vuelto más productivos. Esas cosas no la muestran los medios de comunicación porque no es relevante mediáticamente. 
Lamento mucho que este conocido exvisitador haya perdido su trabajo. Buena parte de la visita médica ha sido sustituida en muchos países por otras herramienta de difusión. Así es la ley del mercado. Hoy servimos, mañana no. Y acá en Venezuela ya no hacen falta porque ya nos hicieron dependiente de las marcas como ellos querían. Por si nos está pegando nada esta crisis. Tenemos que vencerla con medios propios. 
Que quede claro que estoy hablando de las trasnacionales de la industria farmacéutica, no de pequeños laboratorios, muchos de ellos adquiridos por estas empresas. 

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