Y la medicina y la salud no se escapa de ello. El grado de dependencia tecnológica que tenemos arropa la medicina también. Los equipos de hemodiálisis y sus insumos son de ciertas marcas. Muy pocas. En eso hay todo un monopolio. Actualmente en la ciudad hay pocos centros privados y públicos con capacidad para dar hemodiálisis agudas y crónicas. La dependencia de insumos es tremenda. Algunas unidades públicas tras enseñe que hacer malabares para ordenar los cupos y poderles dar cobertura a todos. Los privados sólo refieren no tener disponibilidad y en los casos agudos dan capacidad para compensar y egresar a continuar ambulatoriamente.
Los costos son estratosféricos. Nadie podría pagar una sola hemodiálisis. Nadie de clase media.
Mientras siga este descalabro debemos insistir en la medicina preventiva. Insistir en la educación, en la práctica de mejores hábitos de vida. Insistir con nuestros hijos, con nuestros estudiantes de medicina, con nuestros pacientes. Una buena educación en la salud es lo mejor que podemos ofrecer a la gente en esta crisis. No se puede bajar la guardia. Es más barato agua y jabón para las manos que comprar un antibiótico, es más barato bajar el tenor de sal en los alimentos que comprar y depender de un antihipertensivo. Yo así muchas cosas más.
¿Qué podemos hacer para bajar las necesidades de diálisis? Trabajar para que los hipertensos y los diabéticos estén controlados. Tomar mucho líquido para combatir las litiasis. Los más difíciles son los casos hereditarios. Pero esos son un porcentaje muy pequeño.
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