sábado, 2 de diciembre de 2017

El terminal de Maracaibo

Tengo 2 hermanos diabéticos. Están pasándola difícil para conseguir sus medicinas, especialmente la insulina. Ni se diga la metformina, una cosa que era de las más baratas que había. Y si hay hipertensión y la dislipidemia y la protección renal, ni se diga. Un diabético promedio debe tomar unas 3 a 4 drogas. Pueden ser menos, si es disciplinado, hace dieta y ejercicio. Buena parte de la tarea del médico de atención primaria es esa. 
En fin. Mi hermana le consiguió una de esas medicinas pedidas a uno de mis hermanos y se las envió desde Falcón hasta acá a Maracaibo. Fui a buscarlas al Terminal. Tenía tiempo que no entraba. Hasta adentro adonde están los carros, los buses y las busetas. Buena parte de mi vida transcurría allí, viajando a Bachaquero, Lagunillas, Maracaibo de Cabimas, casa, facultad, trabajo, novia, toques, etc. 
Está lleno de gente, viajando a todos lados, como buen sábado. Los micros de Valera, de Barquisimeto, Paraguaipoa, Maicao, Punto Fijo. Los buses de Caracas. Los puestos de comida, de chucherías, de menudencias, buhoneros por todos lados, mendigos, el bullicio, los gritos de los pregoneros que indican que van saliendo o gritando las diferentes rutas. 
El paquete llegó una hora después de la espera. Retorné por los Haticos que está cada día más destrozada. La carretera maldita de Maracaibo. Nunca la he visto buena. Es todo un reto de ingeniería esa avenida. Íbamos a casa de mi suegra a alegrarle un poco la Navidad. 
Que mañana sea un día mejor. Seguimos en la batalla. 

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