jueves, 23 de abril de 2009

El diagnóstico médico

Siempre he pensado que la parte más emblemática de la medicina es hacer un diagnóstico. Al hacer un buen diagnóstico podemos hacer un buen tratamiento. Armarse con los seis sentidos, vista, oído, tacto, gusto, olfato e intuición, puede llevarnos a hacer grandes diagnósticos. Debemos aprender a ver cosas que los demás, incluso los colegas, no ven. Ver detalles, colores, facciones, puntos vitales para encontrar lo que buscamos. Debemos escuchar lo que nos cuenta el o la paciente, ponernos en su lugar, porque oír no es sólo poner el estetoscopio en su pecho. Debemos tocar al paciente, darle la mano, abrazarlo cuando ya se nos hace familiar. Debemos oler lo agradable y lo desagradable. Oler su sudor, su ropa húmeda, sus fluidos, su perfume de piel anciana, su aroma de leche regurgitada. Debemos probar el café que nos brinda, las lágrimas que nos muestra, la sonrisa que nos regala. Debemos intuir que nos dice la verdad mirando a los ojos, dándole la confianza mientras les entregamos nuestros sentidos. Sólo así podemos hacer un buen diagnóstico. Ya las pruebas son secundarias. 
Mi consejo a los que comienzan, no olviden que la semiología es la mejor herramienta diagnóstica que hay. Más nos va a recordar el paciente que escuchemos o que toquemos que el que le indicamos la tomografía. 
A los colegas más veteranos les digo que no olviden la semiología y enséñenla a los nuevos. Así me formé yo, con mis maravillosos profesores y profesoras, todos y todas excelentes. Porque acá en Maracaibo hay excelentes semiólogos. A ellos y ellas, mil gracias. 

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