Desde que me ha tocado desde hace varios años revisar informes e historias médicas en diferentes clínicas de la ciudad me he quedado decepcionado de lo incompletos que son. Muy diferente a lo que vivimos en los hospitales, donde el estudiante, el interno y, especialmente, el residente cuidan de que sean lo más detallados posibles. Me he quedado perplejo y triste en ver informes de mis profesores o de aquellos a quienes admiro tratar de resumir en cuatro palabras una narración de una semana de hospitalización. Sumado a esto, la mala caligrafía que hay. No puedo decir más. A veces hay que recurrir a secretarias para que se traduzca dichos glifos y, a veces, la mayoría, es peor la situación porque las pobres no conocen la terminología médica.
Como médicos debemos plasmar fielmente nuestra actuación de forma escrita. Es seguro que este hábito nos salvará de situaciones difíciles médico-legales. Si no tenemos buena caligrafía, hagámoslo en letra imprenta o usemos una computadora, como ya muchos hacen.
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