jueves, 29 de diciembre de 2016

En Barranquillas

En la travesía mochilera salimos de Riohacha a Barranquillas en un autobús de la línea Brasilia pésimamente malo. No viajen con esta línea, no sé cómo sean los otos buses, pero nos tocó uno fatal. La competencia es más económica y mucho mejor. Es un viaje hermoso por toda la costa, playa infinita, vegetación, pero también mucha pobreza en el camino y condiciones paupérrimas, gente que vive y convive en la basura. Toda una alfombra de contrastes. 
Llegar al terminal es una cosa y meterse en la ciudad es otra. Es una ciudad hermosísima. Las casas y edificios son muy bellos, distintos tipos de arquitectura, mucho orden. Así como en Bogotá, son carreras y calles y las cuadras son grandes, así que caminar es cansón, todo es lejos. Los taxis son caros. Da la impresión que la tarifa es 5 mil pesos por cada diez cuadras. Los taxis que pertenecen a los hoteles que también andan por toda la ciudad son más caros aún. 
Muchos museos , pero como nos vinimos en Navidad todos estaban cerrados. 
Lo más triste fue tratar de conocer la famosa Cueva, ese rincón histórico donde se reunía García Márquez con otros letrados, siempre estuvo cerrado en dos visitas que le hicimos. La segunda fue peor porque fue cerrada en nuestra narices. A las 2:55 pm. Con gente adentro mirando hacia afuera. No entendí la cosa ni pienso entenderla. Eso nunca lo vi en ningún sitio. Por ejemplo, en Maracaibo los sitios de atractivo turístico cultural sólo cierran un día a la semana y el resto siempre abiertos. Pongo siempre de ejemplo a Caribe Concert. Así que La Cueva me dejó mal recuerdo. Qué lástima. Y lo sentí más por mi hija que estudia Letras y deseaba con ansias conocer uno de esos rincones donde estuvo el Gabo. Es lógico entonces que él haya pasado tantas penurias en esa ciudad porque a veces parece que fuera muy linda, pero hostil. 
El barrio Las Flores, donde el Magdalena desemboca en el Caribe es hermosísimo. Un sitio donde una franja de tierra puede tener un río de un lado y un mar del otro. Es largo, bello y olvidado por los gobernantes. No hay carretera y el trayecto se hace lento. Los locales lo que hicieron fue colocar rieles y ofrecen paseos en vagonetas muy particulares. Venden unos pescados fritos inmensos y muy ricos. Con patacón es lo máximo. El famoso arroz de coco es aparte, no como en otros sitios. 
El taxista nos paseó por la ciudad. Pasamos por el barrio de los ricos y famosos, especialmente por las casas del alcalde actual, que lleva tres periodos, y donde vivía la Shakira. Todas inmensas y ostentosas. En Colombia es natural que un político viva ostentosamente sin que eso cause escozor. Al parecer. 
Luego nos pasó por donde están construyendo inmensos edificios residenciales y nuevos centros comerciales. Una Nueva York chiquita, edificios pulidos, todas concesiones del citado alcalde. Es raro que se preocupe más por esto que por la gente que viva en la basura o al menos el camino de tierra que va a Las Flores. No puedo evitar hacer este tipo de comparaciones y no niego las que hay en Maracaibo o en cualquier parte de Venezuela. Son todas ilógicas. 
Colombia es un sitio donde hay wifi por doquier, pero la luz es muy costosa. Los centros comerciales son diferentes según el llamado estrato en donde estén, las tiendas, la disponibilidad de servicios. En dos centros que visitamos la gente de uno era completamente distinto del otro. Esto también lo vemos en Maracaibo, pero aquí el contraste fue muy abismal. 
Barranquilla es hermosa en su zona residencial, no pudimos visitarla mucho. Es cara y tiene todo al alcance. Vimos también clínicas grandes, muy lindas, con servicios de 4 nivel. No todos tienen acceso a ellas. Esto a propósito de que la ley 100 ofrece salud para todos. 
Bueno, saliendo a Cartagena la Heroica tendré otras historias. 

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