domingo, 18 de mayo de 2014

La mala política en los servicios de salud

En contraposición al artículo anterior me voy a permitir describir algunas situaciones o cosas que no debe hacerse en la administración de los servicios de salud. Es politiquería pura y vil cuando desviamos y olvidamos el fin común. Hacer mala política es cuando: 

1) Nos olvidamos de la población a atender y le damos prioridad a las cuotas políticas. Que el paciente que envía el diputado, o el concejal o el amiguito está por encima de el que está en la emergencia esperando. Que es mejor hacer una llamada al director para que me atiendan VIP porque yo no soy como "el resto de los mortales". Eso, aparte de ser tráfico de influencias, va contra la moral y el deber social. 
2) Retener en el banco el dinero por concepto de salarios y beneficios y engordarlos un poquito sin dar a conocer para qué fin y a espaldas de la gente. 
3) Mantenerse aislado de la gente, del personal, de los pacientes, de los médicos, para que reine la desinformación y la angustia. Eso es porque tengo una finalidad politiquera. El que no está conmigo está contra mi. 
4) Los sindicatos son mi enemigo. Porque ellos no están para defender los derechos de los trabajadores sino que están para sabotear mi gestión. 
6) No me interesa resolver los problemas de salud de mi población porque no soy beneficencia pública. Si ya no tengo cupos les doy instrucciones al personal para que refiera todo lo que venga. Sí comienzo a resolver todo el mundo se me viene para acá. 
7) Los proveedores de insumo me los dejan a mi. Su "cuota" de participación me lo deban a mi y yo tengo que obtener algún beneficio (usufructo) por ello. Si no lo haces tú lo hará otro, la secretaria, el administrador, el de contabilidad, etc. A mi hace más falta porque yo soy el que me esfuerzo más.  
8) Me interesa que el paciente se vaya rápido. Si ha consultado cinco veces seguidas por la misma causa no me interesa. Si ha ingresado cuatro veces en lo que va de año no me interesa. Es asunto de atención primaria. No es mi problema. 
9) Si alguien que es atropellado enfrente de mi hospital prefiere irse a otro no es m culpa. Es de mi enemigos políticos. La calidad no es lo que me importa, me interesa el volumen. Si me faltan insumos o medicamentos es porque se los roban o me tienen un ataque. Si reviso mi almacén y veo que está lleno aunque sea de cosas que no utilizo frecuentemente. 
10) La estadística es sólo para mostrar los pacientes que atiendo. Bien o mal, pero son atendidos. No me interesa si murieron, si se fueron contra opinión médica o si se curaron. 

Aunque parezca mentira. Estas cosas aún se ven en pleno siglo XXI. No todas juntas, afortunadamente, pero si de manera aislada en algunos administradores de salud. Manejar un centro de salud es un acto humano. Podemos tener errores y aciertos. No hay una fórmula mágica para hacerlo bien desde el principio. Lo que se debe hacer es manejar las leyes, tener principios y valores y conocer el entorno donde está. Cualquier médico que esté a cargo de un centro de salud debe conocer toda la legislación al respecto, desde la administración hasta leyes penales involucradas con la atención de los pacientes. Debe saber bien lo malo y lo bueno. Y debe conocer a la gente del barrio al que atiende. 

La política en los servicios de salud

La palabra política aún, a estas fechas, produce escozor en muchas personas. Todos somos seres políticos. Debemos tomar decisiones que nos afectan a nosotros y a nuestro entorno. Y la política, como toda ciencia, debe hacerse bien. Ya está claro que hay gente que hace mala política o politiquería. 
Pero política no sólo involucra partidismo, elecciones, candidatos y otros menesteres. Involucra decisiones para que la gente de un ecosistema laboral lo haga excelentemente. En salud hay que hacer política. 
En estos tiempos en que ya el pueblo o poder popular es el protagonista se debe hacer políticas de salud de la mano de la gente. Nunca a espaldas de ella. Dirigir un centro de salud, desde muy pequeño al más grande, significa nunca tomar decisiones a espaldas de la gente. Tomando esto como premisa, hacer buena política en los servicios de salud es: 

1) Involucrar a los consejos comunales y a los trabajadores en las decisiones del hospital. Esto no sólo es la población que es área de influencia del mismo sino también a sus trabajadores, desde obreros hasta médicos. Y eso se logra manteniendo los canales de comunicación siempre abiertos a todo: a quejas, a sugerencias, a información, al cuidado del patrimonio, a la información. Es cuestión del pasado que los directores de los hospitales estaban en el Olimpo, lejos de los mortales. Los directores son gente del común, médicos, servidores públicos. Su directiva también lo son y debe conocer su entorno, no estar aislados de eso. Porque el fin común es la salud de la gente. Todos debemos trabajar por ese fin, pero siempre cumpliendo las normas, leyes y lo que la moral priva. 
2) El pago de salarios, reivindicaciones, pagos a proveedores, pago de responsabilidad social, fideicomisos, bonificaciones, no debe ser un tema oscuro sino de información del personal y de la gente. Las finanzas del hospital debe ser tema conocido. 
3) Los sindicatos deben también trabajar en favor del trabajador ... Y del paciente. Si un trabajador incumple en su función en pro del paciente, el sindicato no debe prestarse para protegerlo. 
4) Invertir en el funcionamiento del hospital o centro de salud y no sólo en su fachada es una buena política. 
5) Hacer que el hospital tenga mayor poder de respuesta y trabajar el tema de las referencias a otras instancias. Si tengo que estar refiriendo por cosas que debo resolver no estoy haciendo bien las cosas. Y hay que asumirlas y esforzarse al máximo por resolverlas. Si hay fallas puntuales, estructurales, se hacen alianzas con otras instituciones, temporales, hasta que el problema se solucione. Y entender que la reciprocidad es importante. Referir un paciente a otro hospital no es desprenderse de él. Significa "ayúdame en este momento y me lo devuelves". 
6) Entender que el proceso de sanación nunca va independiente de la prevención. Es vital articularse con los otros niveles de atención. Si un paciente egresa, es necesario saber adónde va y si las causas que lo llevaron a enfermarse no se van a volver a presentar. El hospital fortalece, mediante diversos mecanismos, al nivel de atención primaria. Bien sea, con información, con educación, al paciente, al grupo familiar y a la comunidad. El proceso de sanación también va de la mano de la ética. Hay que trabajarlo siempre en el personal. 
7) Hacer política en salud significa que todos y todas tienen la misma oportunidad de acceder a la curación, a las tecnologías de diagnóstico y de tratamiento, sin importar el costo. Los directores saben que no existen cuotas. Todo aquel que llega al hospital es atendido. Es demasiado triste cuando, desde la puerta, te dicen que está colapsado, sin siquiera echar un vistazo y hacer alguna labor. 
8) Hacer que la gente prefiera un hospital significa que está haciendo bien las cosas. Pero que todos prefieran un hospital también significa que los otros no están haciendo bien su trabajo. Eso hay que revisarlo. 
9) Buena política es trabajar de la mano de la información epidemiológica. No puedo comprar insumos y medicamentos en mayor cantidad para enfermedades menos frecuentes. Si no conozco mi casuística no puedo saber mis prioridades. ¿Tengo fortalezas? ¿Saben los demás hospitales mis fortalezas? ¿Sabe la gente, mi población, mis fortalezas? ¿Estoy resolviendo adecuadamente los problemas de salud de la gente? 
10) Hacer buena política es conocer cómo ve mi población mi hospital. Si es un sitio para sanar o para sufrir. Si la gente que está a mi cargo atiende a la gente como a su familia. 

Son reflexiones traídas a la mente. Escritas para que no se me olviden y compartirlas con la gente. Si la atención de pacientes sigue siendo un suplicio, no por que falte algo, medicina o material, sino por la falta de empatía, de entender el dolor ajeno, no estamos haciendo bien las cosas. 

domingo, 6 de abril de 2014

El Objeto Antes Llamado Disco, la película, de Café Tacvba

Café Tacvba es una de más bandas favoritas. Hacen una música única. Han podido unir el rock y lo tradicional mexicano. Suena a mexicano, a latino, rockea, es una mezcla única. Su último disco se llama "El objeto antes llamado disco" y han sacado un DVD donde muestran cómo hicieron la grabación. Este documental y concierto me lo trajeron de chilangolandia y me lo he disfrutado enormemente. 
Es la creatividad propia de ellos y todo el equipo que los acompaña. Un paseo por las canciones y viajes entre México, Buenos Aires, Santiago, Los Ángeles y el retorno. Mi favorita es Olita de altamar, que suena a altiplano. Una canción muy genuina. 
El que lo consiga que lo aproveche, es una joya. El disco también lo es. 

miércoles, 19 de marzo de 2014

Guarimba en un hospital

Guarimba se ha convertido en una palabra detestable para el 83% de la población según Hinterlaces. Así debe ser porque su mecanismo significa bloquear el camino de paso, con lo que sea, literalmente hablando. Por eso, la primera respuesta fisiológica a este hecho es la repulsión y la rabia (por no decir la que estoy pensando). Trancar los caminos, calles, aceras, carreteras, es para generar eso: caos, rabia, impotencia, ganas de golpear a alguien, insultos. Es una forma muy caníbal de protestar, antropológicamente hablando, muy bacteriana, comparando evolutivamente la inteligencia que la creó. O sea, jodiéndole la vida a otro y a otros. 
Y ese fue el efecto conseguido: vecinos enemistados, destrucción, ecocidio, peleas, muertes, heridos, enfermos, transporte que no pudo llegar con alimentos, medicinas, insumos, ambulancias, enfermos en carros particulares, por puesto, taxis. Pare usted de contar. Fueron muchos y todos detestables. 
Lo más burdo ocurrió hace poco en el Hospital Universitario de Maracaibo. Reiteradamente algunos manifestantes (o como les decían por acá "mardifestantes", no sé porqué lo dirán) acudían al hospital a hacer valer su derecho a la protesta. Si bien con panfletos, también bloqueaban los accesos a la institución, retenían camiones de carga, los quemaban, formaban grupos con pancartas y gritaban consignas. 
El derecho a la protesta es válido y está contemplado en la Constitución. Una protesta debe ser inteligente y buscar un fin en el grupo de personas deseados que puede tomar decisiones. Pero esta gente, compuesta por estudiantes de medicina (que están sin clases), profesores de medicina (que están cobrando sin dar clases), médicos (que deberían estar trabajando y están cobrando también porque no están desempleados) e "infiltrados" (porque así se referió a ellos el director de postgrado), se aglomeraron en la entrada del hospital para protestar. Otros en las afueras haciendo las acciones que ya señalamos, reteniendo unidades de transporte para bloquear los accesos al hospital. 
Total, toda una santa acción de amor por los pacientes. 
Imagínense a un paciente pobre, indígena, campesino que venga de Mara o Machiques con una dolencia, se encuentra a estas personas, que se ven en mucho mejor condiciones que él o ella, que viene a buscar alivio, que viene a traer a su hijo, madre, hermana, posiblemente referido en una ambulancia de estas zonas, o se vino en el autobús o el carrito o la chirrinchera. "Si estos se quejan, que se ven así, papeaítos, bien vestidos, con celulares de última generación (pudiéramos hasta agregar algunas características socio-antropológicas), me vienen a decir a mi que las cosas están mal. ¿Mal para quién?"
Será que los pobres están aislados de la realidad y hay que enseñárselas nosotros los médicos de la gran clase media, integrantes de el gran modelo biomédico hegemónico a estos pobrecitos ignorantes que no saben lo que es vivir bien. 
Esta pobre gente no saben que están viviendo una dictadura terrible castro-comunista que los hace ser inferiores, a los cuales no queremos ver en los supermercados ni en los McDonalds. 
En fin, nuestros pacientes, que ya tienen la dolencia de la enfermedad, tienen que calarse que una persona así le diga su posición política (y social) verticalmente casi que al pie de la cama. ¿Tiene esto algún grado de cordura o raciocinio? 
La protesta en ningún país del mundo se permite en los hospitales. Los hospitales son áreas de paz, de amor, neutrales para la confrontación y las protestas generan confrontación. 
Ahora, toda "forma" tiene un "fondo". ¿Qué hay detrás de todo esto? Harina de otro costal. Digno de un análisis cuyo trasfondo, igualmente, es político, eminentemente, pero vacío en la propuesta porque es capitalismo disfrazado. 

Fotos: prestadas del portal Twitter de SAHUM. 

Quirófano inteligente en Hospital Universitario de Maracaibo

El sábado 15 me tocó ir al SAHUM o Servicio Autónomo Hospital Universitario de Maracaibo, que se iba a inaugurar el llamado "quirófano inteligente". Hace meses fui al pabellón del hospital por otras razones y pude ver esa montaña de parados electrónicos donde se desprendían diversos monitores, teclados, cableados, luces y, bueno, toda una inmensa computadora. Lo primero que se me vino a la mente fue un pabellón que tenía inteligencia, que podía resolver problemas. En realidad era una serie de equipos de última tecnología para mejorar la visualización del cirujano en el campo operatorio. Aparte de ello, poder transmitir esas imágenes, estáticas o en movimiento, para que otros médicos puedan ver y colaborar o aprender. La enorme torre consta también de una serie de cámaras, de modo que se pude ofrecer el entorno del pabellón, el campo operatorio o las áreas en las cuales se trabaja, si es que se hace en varias zonas anatómicas. Las imágenes generadas son de muy alta resolución, inclusive, en 3D. Por ello genera una cantidad importante de megabytes de información que deben ser transmitidas vía internet. 
La inauguración se hizo en el marco de el II Taller de Cirugía Espinal, donde se iba a realizar una operación de acceso CIA anterior o ALIF. 
La transmisión se hizo también vía web para el taller y para las personas que querían tener acceso a la misma desde otros puntos. Inicialmente el acceso era para cualquiera. Luego, el mismo requería tener una cuenta de usuario. 
Para mayor información técnica, hay que buscar en Google el término "NuBOOM" que es el nombre de el brazo robótico y todo el aparataje que ya mencioné. 
Este tipo de tecnologías mejoran significativamente la precisión, especialmente en cirugías endoscópicas, aquellas con mínima incisión, artroscopías, laparoscopías, entre otras. Y, especialmente, educar, enseñar, mostrar, que es uno de los grandes retos de la medicina. Por eso el nombre correcto del pabellón es "de telemedicina" o, mejor aún, "de telesalud". 

viernes, 14 de marzo de 2014

El día de los médicos y médicas venezolanos

El 10 de marzo de cada año, desde hace 23 años, celebro el día de la medicina venezolana en honor a José María Vargas. Y leyendo de historia han sido varios quienes han enaltecido nuestra profesión. Recuerdo mis profesores y profesoras de pregrado y postgrado. Muchos ahora grandes amigos. También malas experiencias con algunos con sus malos ejemplos. 
En mi época de estudiante tuve profesores excelentes que con sólo una tiza te hacían volar la imaginación y podías ver las moléculas, las células, las enzimas y la fisiología. Casi que podías "oír" con tus ojos cómo se examinaba correctamente a un paciente. Pero recuerdo, gracias a Dios pocos, a aquellos que no te dejaron nada porque, lamentablemente, casi no iban. Estaba en ese pequeño grupo de burócratas que tenían varios cargos y a ninguno atendía. Ni daban clases, ni atendían su trabajo. 
También es cierto que no nos enseñaron a estar en la calle y abordarla hasta que estábamos graduados y había que improvisar. Lo que antes se llamaba "la rural" era un mes en un hospital de algún municipio foráneo y aprender del día a día. El resto era puro hospital. El contacto con la real realidad era en el hospital. Pero el paciente volvía a su entorno nuevamente, ese que algunas materias aburridas como Administración sanitaria sólo lo mencionaba. La vivencia era a partir de la rural. 
Ya de médico, en la rural de graduado, con responsabilidad de médico, era iniciativa propia meterse en el barrio, en el pueblo, con la gente, para hacerle el abordaje. Las vacunas, los casos de cólera (cuando hubo), algunas visitas, por ejemplo, fueron verdaderas enseñanzas y darse cuenta que hay cosas que no enseñan los libros de medicina. El paciente con diarrea vuelve a su casa donde no hay agua, con mala disposición de excretas y muchas otras carencias. 
Luego de comenzar con mi nuevo trabajo, que me enviaron a Casigua El Cubo, al sur del estado Zulia, a 4 horas de carretera de Maracaibo, mi experiencia rural fue aún más gratificante. Era en realidad estar con la gente, visitarla, incluirse con la gente, compartir el día a día, las carencias y las venturas. Aparte de médicos, fuimos, mi esposa y yo, los grandes ejemplos, los confesores de las parejas, miembros del coro de la Iglesia, los cursos prematrimoniales, fundadores de la Casa de la Cultura, hicimos exposiciones de arte indígena y canté mucho en los actos, visitábamos pacientes donde estuvieran, nos embragábamos con las epidemias y las inundaciones. 
Esos dos años fueron los más productivos al igual que el postgrado. Fue mi 2 rural y la primera de mi esposa. Años maravillosos. Esa era la medicina que disfruto al igual que la hospitalaria y la discusión de casos clínicos. 
Este día del médico se lo dedico a esos colegas que están con la gente, en el barrio, en el pueblo, compartiendo con ellos, viviendo sus carencias, sus sufrimientos y sus alegrías. Aquellos que aún no le han vendido el alma al día a día de la ciudad.